El pasado 3 de diciembre, con ocasión de la asamblea nacional de la Amistad Internacional Scout-Guía (AISG) de España, se procedió a la imposición de la medalla Iradier, nuestro más alto galardón, a Pilar Jiménez Tentor, “Pilarín”. Fue un acontecimiento emotivo y de gran importancia, no solo por la medalla en sí, sino por la persona que la recibió.
Podría decirse que Pilar Jiménez nació en el seno del escultismo. Hija de padre scout y madre guía, formó parte de las guías desde el momento mismo en que tuvo edad suficiente para ello. Durante la ceremonia tuvimos la ocasión de ver, en fotografías de aquellos tiempos, escenas que no descuadrarían hoy en muchos campamentos. La tradición es fuerte. En guías, Pilar conoció a algunas de las personas que la acompañarían toda su vida. Fue un auténtico lujo que muchas de ellas asistieran a aquella ceremonia.
Pero la permanencia no era, ni de lejos, la razón que había movido a proponer y a conceder la medalla. Pilar ha sido siempre un modelo de vida guía-scout. Valores como la generosidad, el compromiso, el apoyo a los demás y muchos otros que no citaremos exhaustivamente porque acabaríamos dejándonos alguno, han guiado sus años desde aquel primer día hasta hoy. Verla sonreír en situaciones extraordinariamente difíciles ha sido toda una inspiración siempre. Comprometerse, ir más allá de la buena acción diaria que nos caracteriza, porque Pilar no solo ha ayudado a quien lo ha necesitado de su alrededor, me consta, sino que ha ido a buscarlos, ha llevado sus conocimientos como médico a los barrios más necesitados de nuestra región y ha viajado a Sierra Leona como voluntaria.
Es necesario indicar que el otorgamiento de la medalla Iradier a Pilar aún tiene más significado. Es la primera guía que la recibe, como si este movimiento hermano del escultismo, fundado en su momento para las chicas, cuando los grupos scout no podían ser mixtos, hubiera quedado relegado a un segundo plano. Es verdad que son –somos– pocas, pero siempre hemos estado aquí, en parte gracias a Pilar, que en 1980 fundó, junto con Cristina Roux, el grupo de Guías de Torrelodones, el XIX, cambiando las vidas de muchas personas, incluido quien esto escribe.
Por si todo lo dicho no fuera ya mucho, con su espíritu, su celebración anual del día del Pensamiento junto con las guías a las que conoció siendo niña y joven, su presencia en los eventos, su voluntad de ayudar, su sonrisa ante las dificultades, su ejemplo, y sus canciones, Pilar, tal y como nos pidió Baden Powel en su Último mensaje del jefe, está dejando el mundo mejor de como se lo encontró, y esa sí que es una magnífica razón para otorgarle la medalla. Gracias Pilar.
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