El pasado fin de semana del 22 y 23 de abril volvió a celebrarse, como ya es tradición, la acampada de San Jorge del Movimiento Scout Católico y, una vez más, en ASGAM tuvimos el privilegio de echarles una mano. Todo comenzó el sábado por la mañana. Eran las 8.00 horas cuando un pequeño grupo de voluntarios nos juntamos en torno al punto de información de las estaciones de Atocha y Chamartín. Luego, empezaron a llegar los grupos. Cabe alabar, ante todo, la magnífica organización de la jornada. No hacía falta menos para meter a más de mil chavales de todas las edades en un tren en cosa de cinco minutos. Pero se consiguió sin problemas, gracias también a la ayuda del personal de RENFE.
Voluntarios
Con la partida del tren y de nuestro Juan Lianes para guiarlos hasta su punto de destino terminó aquella primera jornada, quedaba el domingo, el día de la gran celebración, en el que no solo estaban allí los muchachos y sus scouter, sino que también habían invitado a los padres. El desafío era que todo saliera a la perfección: aprovechar al máximo el espacio de aparcamiento, ayudar con las infraestructuras imprescindibles, asistir durante la misa en honor de San Jorge… cada tarea, por pequeña y simple que parezca, es importante e imprescindible, como el tornillo más humilde de cualquier máquina, sin el cual esta no puede funcionar. ¿Paella o arroz con cosas? Esa es una polémica en la que no me voy a meter, así que solo diré que comimos fenomenal, incluso el pan llegó a tiempo. Quedaba ayudar a recoger: llevar bolsas de basura al contenedor, cargar furgonetas, comprobar que nadie se deja nada… y luego, de vuelta a la estación, donde volvimos a desplegar esa capacidad de organización tan propia del escultismo para subir a todo el mundo al tren, una vez más en tiempo record.
Pero todo esto, aunque relevante, no es lo más importante. El día de San Jorge, patrón de los Scout, es un día de hermanamiento. Allí se reunieron numerosos grupos de todo Madrid, y allí nos acogieron a los veteranos de ASGAM como si fuéramos uno más, un amigo de siempre de regreso a casa “por San Jorge”. Tuvimos el privilegio de cruzarnos con numerosas sonrisas: la curiosidad de los niños, la simpatía de los más adultos, la sorpresa de algún despistado y la de gratitud de las organizadoras, cuyo trabajo no podemos dejar de alabar. Pero sin duda somos nosotros, los scouts y guías adultos, los que más tuvimos que agradecer, por el modo en que nos acogieron y por la posibilidad que nos dieron de cumplir con nuestra vocación de servicio.
Muchas gracias a todos y hasta el próximo San Jorge.